En los últimos años, pareciera que todas las cosas se hacen para que podamos valernos por nosotros mismos, sin necesitar la ayuda de nadie. Recuerdo que cuando empecé a leer la revista Mecánica Popular siempre buscaba rápidamente la sección "Hágalo Ud. Mismo" porque veía que con un buen plano y las herramientas correctas podía hacer algo valioso y útil.
La filosofía de "Hágalo Ud. Mismo" está vigente en muchas organizaciones. La tecnología permite que no vayamos al banco salvo ineludibles diligencias, y cada vez queremos ir menos. Los autoservicios de las cadenas de comida rápida hacen que nos enfrentemos a menos personas, en los automercados sólo nos atiende la cajera porque todo se puede comprar empacado y pesado, vamos al autolavado, pagamos y nos metemos en el auto sin hablar con nadie, en minutos todo está listo. Si sentimos que necesitamos una información urgente sólo vamos a la barra de navegación, escribimos www.google.com y en segundos tendremos, cuando menos, una idea de lo que necesitamos saber. Nunca hizo falta aprendernos un nombre, dar los buenos días, hacer alguna anotación o levantar el teléfono.
Todo esto tiene ventajas y desventajas. No podemos vivir creyendo que no necesitamos a nadie, que somos autosuficientes, que las amistades genuinas no existen y que a todo le podemos aplicar un "Hágalo Ud. mismo".
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastes 4: 9,10
La falta de relaciones sanas y productivas puede servirnos para mantenernos con vida, pero si queremos crecer, desarrollar nuestro potencial, cumplir los sueños e influenciar a otros, necesitamos levantar la mirada y extender la mano.
Justo por estos días he estado pasando por problemas de salud, aunque menores bien molestos, y ha sido muy gratificante contar con el interés de los amigos en twitter y facebook, con las personas que pasan por casa trayendo alguna pócima ancestral y de mi esposa e hijos. Estoy seguro que sólo la habría pasado realmente mal.
Todos no necesitamos y somos parte de un todo; de una familia, de un calle, de una ciudad, de un país. Las identidades se fortalecen en las relaciones, somos plenos cuando nos interesamos otros y felices cuando otros se interesan en nosotros.
Germán Alberto Abreu.-