viernes, 4 de septiembre de 2009

La doble moral


Regularmente se nos hace más sencillo ver los errores que tienen otras personas antes que ver los que estamos cometiendo nosotros mismos, igualmente sencillo es alzar el dedo y apuntarlos antes que guardar silencio y esperar.

Es una actitud natural entre las personas que vivimos en países libres tener un pensamiento crítico ante los gobiernos y gobernantes, pero eso ha permitido que sintamos la autoridad –que tenemos- de señalarlos pero pasando por alto las faltas que nosotros cometemos en contra de nuestra nación.

En mi caso, Venezuela, aproximadamente la mitad del país tiene unos seis años deseando que el presidente Chávez abandone el poder y, a mi juicio, tienen sobradas razones para desearlo, pero creo que cada ciudadano venezolano debe hacer un autoexamen que evalúe su conducta ante la patria. El cáncer que nos está comiendo y destruye por generaciones es la doble moral.
Muchos de los opositores al presidente reciben prebendas y están envueltos en negocios oscuros con el gobierno, muchos son culpables de corrupción en gobiernos anteriores, muchos están como reposeros frente a los ministerios, cobran sin trabajar, buscan oportunidades para anotarse en un “guiso” y mil variantes más.

Ahora, no sólo sufren de doble moral los que están “conectados” con el gobierno, también nosotros al darle algo para el “café” al fiscal de tránsito, al dar un “regalito” para que liberen el documento, para agilizar la aduana, para que emitan el certificado, para que hagan la revisión o aprueben el presupuesto. Tenemos doble moral cuando mentimos en los negocios, falsificamos documentos, estados de cuenta, balances y autorizaciones. Cuando le pagamos un “extra” al empleado de la operadora telefónica para que nos venda el teléfono que queremos, al recolector de basura para que se lleve los escombros o al motorizado de la empresa para que nos haga diligencias personales.
Todas esas, y otras, conductas las legamos de generación en generación, las justificamos y nos volvemos parte del sistema corrupto que ha gobernado a América Latina por décadas.

Si alguien es capaz de pequeños sobornos, ¿creemos que no lo hará siendo alcalde o diputado?, ¿creemos que no lo hará siendo empleado de alguna dependencia del Estado?

Mucho peor que la perpetuidad de un hombre en el poder es la perpetuidad de los vicios. Los gobiernos han cambiado y los vicios se han acentuado. Eso sucede porque creemos que hombres y mujeres que han hipotecado su moral y ética van a tener actitudes diferentes cuando tengan poder. Eso es una quimera.

Cada venezolano y cada latinoamericano tiene en sus manos el poder de cambiar una nación comenzando por él mismo.

Germán Alberto Abreu.-

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