lunes, 20 de julio de 2009

El corazón alegre


No hace mucho tiempo atrás salí con un grupo de amigos y hermanos a una ciudad no muy lejos de casa con el fin de participar en una actividad evangelística. La ciudad está a unas cuatro horas de camino y decidimos ir en nuestros carros. Nuestra intervención era a las 6pm, y a las 2pm aún no habíamos comenzado nuestro viaje. Finalmente llegamos apurados al auditorio y entramos raudos a llevar nuestros equipos a la tarima y saludar a los organizadores de la actividad. Hasta allí todo bien.

Cuando entramos al área de descanso le pasamos por un lado a un cantante que también iba a participar en la actividad y que venía de otro país. Yo ni noté su presencia en el salón. El joven amablemente dio las buenas tardes y sólo uno de nosotros le escuchó y le respondió el saludo, el resto seguimos velozmente nuestro camino.

Al día siguiente tuvimos la maravillosa oportunidad de conocerle y compartir con él, y en medio de la conversación se atrevió a señalarnos algo: ustedes iban tan apurados que ni siquiera escucharon que les saludé. Esas palabras retumbaron en nuestros oídos, le pedimos disculpas y nos llevamos una lección a casa.

Estuvimos muy cerca de dejar pasar la oportunidad de conocer a alguien lleno de talentos, dones y amor por la gente, una persona que nos edificó y aportó a nuestras vidas; sólo por no mirar a nuestro rededor y dar un saludo cálido y genuino. He pensado varias veces en esta experiencia y creo que he dejado pasar grandes oportunidades.

Somos reflejo del amor de Dios, pero ¿se nota? No es muy difícil decir gracias, por favor, buenos días, Dios le bendiga, hola, hasta pronto. Adoptar un hábito requiere la práctica consciente, ejercitarnos y doblegar nuestra voluntad obligándonos a hacer lo que sabemos que es correcto. Un rostro amable, sonriente y fresco abre puertas, revela oportunidades y acerca a las personas. Dice que el Dios que vive dentro de nosotros es amor, gozo y esperanza.

Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. Proverbios 17:22

¿Te has conseguido alguna vez con alguien que parece tener cara de “no”? Esa persona no sabe qué le vas a preguntar, pero pareciera que para cualquier cosa la respuesta es ¡no! En ocasiones, sin darnos cuenta, tenemos la misma cara. Estamos absortos en nuestros pensamientos y se nos arruga el rostro sin siquiera notarlo.

¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas. Santiago 5:13

Confío en Dios que no me volverá a ocurrir lo que conté arriba, pero debo revisar siempre mi actitud. No dejar que el afán del día me robe las conexiones que Dios ha preparado para mí, añadirle a mi amabilidad una sonrisa y esperar el día que me encuentre contigo para saludarte y decirte: ¡Dios te bendiga!

Germán Alberto Abreu.-

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