lunes, 20 de julio de 2009

El pérdón no es un sentimiento, es un acto de obediencia


Para perdonar es necesario Creer y obedecer. Jesús les habla a sus discípulos acerca del perdón y les refiere una enseñanza acerca de la fe y la obediencia. Jesús explicó que para quien perdona debe ser igual perdonar una vez o perdonar muchísimas veces la misma falta o a la misma persona. (Lucas 17)

No debemos perdonar bajo la premisa de que la persona a quien perdonamos cambiará, aunque sabemos que esto no es sencillo. Tampoco debemos perdonar creyendo que esta persona no volverá a ofendernos jamás.

Cuando se perdona una vez se perdona con la dosis humana de paciencia que todos tenemos, pero eso no será suficiente para perdonar “setenta veces siete”, dicho de otra manera, perdonar muchas veces.

Para perdonar tantas veces es necesario fortaleza del cielo, porque en las fuerzas humanas no es posible. Eso fue lo que sintieron los discípulos cuando Jesús los mandó a perdonar tantas veces y ellos le pidieron: Auméntanos la fe.

¿A quién tendríamos que perdonar tantas veces?
Mientras más tiempo pasemos con personas cercanas más ocasiones de perdonar u ofender tendremos. Esas personas son las de nuestro entorno más próximo, jefes, padres, hermanos, compañeros de trabajo, hermanos en la fe.

Ahora, a Jesús no le parece que se necesite demasiada fe para perdonar. Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les aumentara la fe como para perdonar tantas veces, Jesús les dijo que si su fe tuviera sólo el tamaño de un grano de mostaza podrían hacer que una planta se desarraigara y se plantara en el mar. O sea, no hace falta tantísima fe para perdonar, si tuvieran una fe pequeñita harían cosas más impresionantes que perdonar setenta veces siete.

Jesús cierra su enseñanza sobre el perdón en Lucas 17 hablando de obediencia, y de la obediencia que va más allá de lo común, de lo ordinario. El perdón no es un asunto de sentimientos, de “sentirse bien”, “sentirse listo” o “sentirse preparado” para perdonar. Perdonar tiene que ver con obediencia y con obediencia a Dios.

Cuando se perdona se administra sanidad, tanto al agraviado como al agresor. Cuando alguien se siente enfermo no espera “sentirse listo” para tomar el medicamento, o “sentirse emocionalmente preparado” para recibir el tratamiento. La persona quiere ser sanada y obedece las instrucciones del médico.

Ciertamente hay situaciones en las que perdonar es un acto difícil en extremo porque hay heridas muy profundas, pero si Jesús recetó el perdón como medicina es mejor obedecer, porque El sabe lo que es mejor para nosotros y además, El es un especialista en el tema. Perdonar fue la razón que lo trajo al mundo.

Germán Alberto Abreu.-

No hay comentarios.: